Diario de una VIP Maiden: Noches en Madrid

Noches en Madrid

Muchas son las noches en Madrid, AVE tras AVE… Así resumo el sinfín de viajes que acostumbro a hacer entre Barcelona y Madrid, ya he perdido la cuenta. Sin lugar a dudas, Madrid tiene algo que me engancha y me cuesta desprenderme cada vez que voy. Es un sentimiento  o apego muy similar al que podría tener con París o Estocolmo. 

Ese algo, no es otra cosa que un socio de El Círculo. Es un caballero como los de antes: atento, servicial, educado, elegante y guapo. Digo guapo porque es una cualidad que, aunque no sea primordial ni indispensable, resulta interesante a la hora de establecer una relación íntima. Cuando digo guapo, no me refiero solo al físico, sino que también, me atrae su manera de ser y de tratarme. Hace que me sienta toda una princesa durante mis noches en Madrid, como aquellas de las de antaño que siempre leíamos en nuestros cuentos de Disney y nos imaginábamos ser una vez fuéramos mayores.

Durante esas noches en Madrid conversábamos hasta las tantas de la madrugada en cualquier restaurante sin importar el sitio. Solo con su presencia eclipsaba los lugares en los que estuviéramos. Me sentía hechizada por aquel apuesto empresario de pelo blanco y voz tenue.

Amante de la tranquilidad y del Retiro

Normalmente quedábamos sobre las 7,30 de la tarde y paseábamos por el parque del Retiro. Le encantaba la naturaleza y era un amante de los recovecos mágicos de Madrid. Me contaba cómo le había ido el día en el estresante trabajo que tenía y me decía que con mi cara angelical se desahogaba con total naturalidad.

De mí, decía que le gustaba mi tez blanca como la nieve, mis manos suaves como el algodón y mis ojos, sí, mis ojos, aquellos que con solo mirarle le transportaban a la adolescencia. Decía que le hacía sentir más joven y enérgico, que le hacía olvidar sus problemas de trabajo…

Una vez se acercaba la hora de cenar, siempre me preguntaba qué me apetecía. Que el lugar lo escogiera yo era ya rutina. Pequeños detalles que hacían que cada vez fuera enamorándome más de aquella persona de la que solo conocía unos pequeños ápices de su vida. “¿Cómo era posible? ¿Cómo si casi no sé quién es?” Me preguntaba cada mañana al despertar…

Nos encantaba cenar en uno de los restaurantes japoneses más exclusivos del barrio de Salamanca de Madrid, nos daban las tantas de la madrugada, y fiel a sus principios siempre me decía que cada día conmigo era más especial que el anterior.

Y así fue como, tras meses y meses de ser amantes, gracias a la directora de VIP Maidens, que era cómplice de nuestros encuentros, surgió una de las historias más bonitas jamás contadas.