Diario de una VIP Maiden: Fin de semana en Marrakech

Fin de semana en Marrakech

Un Fin de semana en Marrakech. Al fin llegó ese 24 de octubre, con un tiempo otoñal en Barcelona. Me disponía a bajar del avión en el aeropuerto de Marrakech – Menara y disfrutar de un grandioso fin de semana en Marrakech. Con un clima tropical y una temperatura que oscilaba los 25 grados, el calor era considerable y las ganas de llegar al hotel aumentaban cuando bajé las escaleras que me llevaban al autobús que nos esperaba a pie de pista.

Sabía de sobras que pasar ese agobiante calor valía la pena y que mi estancia en Marruecos superaría mis expectativas. Estilo árabe, lujo llevado al extremo y ese sinfín de adornos que parecían hechos a medida hacían del hotel La Mamounia, sin lugar a duda, la excelencia de esa mágica ciudad. Pasé horas y horas recorriendo cada una de las habitaciones del hotel admirando sus salas con reminiscencias árabes.

Mientras descansaba en la habitación, recibí la llamada del concierge. Me dijo que en media hora me esperaban en el spa. Allí se encontraba el socio de El Círculo con un detalle de bienvenida para mí. Corrí como si no hubiera mañana, bajé rápida y segura por las escaleras de ese majestuoso hotel y cuál fue mi sorpresa cuando encontré ante mí un enorme balneario a mi disposición, cerrado para nosotros. Disfrutamos de todo tipo de masajes relajantes y aromaterapia. Lo que recuerdo con más ilusión es el auténtico baño hammam que tomé en La Mamounia.

La mejor compañía

El socio había reservado el spa para nosotros dos solos, era un amante del arte árabe. Podía pasarse horas y horas contemplando las más de 50 columnas y mosaicos que hacían de ese lugar un sitio en el que valía la pena dejar el reloj en la habitación y disfrutar sin preocupaciones, evadiéndose del mundo exterior y del estrés del día a día.

Con el socio la conexión fue inmediata. Ya nos habíamos tomado el café de cortesía que ofrece la directora de El Círculo a todos los socios días atrás en Barcelona. Sabía que, con él, las horas se pasarían en segundos y los días en horas.

No nos habíamos dado ni cuenta y ya eran casi las 9 de la noche. Entre lo relajada que estaba y el baño tenía un hambre atroz. Teníamos mesa reservada en el restaurante marroquí del mismo hotel a las 10 de la noche. En la mesa no faltaba detalle: el salón contaba con música en directo, y los camareros parecían sacados de los auténticos palacios de oriente.

La exótica cena, los platos cuidados al detalle y el característico té con menta hacían de ese peculiar manjar todo un choque de sabores para las papilas gustativas.

De diez, esa es la nota con la que resumo mi corto pero intenso viaje. Y del acompañante, qué decir, no cabe duda que repetiría una y más veces con él. Una vez más gracias a VIP Maidens y a la directora de El Círculo.